Mujeres transgenero hablan de su sufrimiento bajo la dictadura argentina
Apenas entro en el edificio blanco de bloques donde la dictadura militar argentina la retuvo durante un mes, Julieta Gonzalez comenzo a tener recuerdos, como escenas retrospectivas en una pelicula.
Veia manchas de sangre en los colchones. Escuchaba gritos mientras estaba dentro de su celda. Recordaba ser forzada a lavar la sangre que habia quedado en los autos. Un abuso sexual interminable.
Las mujeres transgenero como Gonzalez a menudo fingian estar dormidas cuando aparecia un guardia en medio de la noche, recordo.
“Siempre la que pagaba el pato era yo”, recuerda Gonzalez, de 65 años, mientras habla con los periodistas de The Associated Press que la acompañaron durante una visita a la celda donde estuvo detenida alguna vez. “Yo era mas joven”, agrega.
Gonzalez y otras cuatro mujeres transgenero testificaron en abril, durante un juicio contra exagentes de seguridad por cargos de crimenes de lesa humanidad, sobre la represion que sufrieron, como violaciones y torturas.
Su testimonio forma parte de lo que, segun abogados y activistas de derechos humanos, es un intento largamente esperado de que de Argentina reconozca las violaciones sistematicas de derechos humanos cometidas contra la comunidad trans bajo el regimen militar del pais, entre 1976 y 1983.
Varios miembros de la comunidad participaron el mes pasado en una manifestacion de apoyo a un proyecto de ley que debate una comision del Congreso y que busca otorgar una pension vitalicia a las personas trans mayores de 40 años.
Patricia Alexandra Rivas, de 56 años, dijo en la manifestacion que fue violada y torturada mientras estuvo detenida ilegalmente durante cinco dias en 1981, cuando apenas tenia 14 años.
Las personas que hicieron el trabajo sucio durante la dictadura fueron particularmente brutales con los miembros de la comunidad transgenero, que siguio sufriendo incluso despues del retorno de la democracia en 1983. No obstante, las cosas han ido cambiando en Argentina: hace mas de una decada, el pais aprobo un hito en materia de genero: una ley de identidad que permitia a las personas cambiar su genero en los documentos sin permiso. Mas recientemente, el Congreso aprobo una ley que reserva el 1% de los empleos del sector publico a las personas transgenero.
Ellas “fueron traidas a este lugar, fueron torturadas, fueron violadas, fueron sometidas a trabajo esclavo, fueron privadas de su libertad y despues fueron liberadas”, declara la fiscal asistente Ana Oberlin mientras esta de pie frente a un conjunto de celdas en el llamado Pozo de Banfield, una antigua estacion suburbana de la policia que fue uno de los cientos de centros ilegales de detencion y tortura en la capital.

Gran parte de America Latina tuvo gobiernos militares en las decadas de 1970 y 1980. Segun organizaciones de derechos humanos, en Argentina fueron detenidas ilegalmente y desaparecieron sin dejar rastro unas 30,000 personas. Hasta muy recientemente, poco se decia sobre como la comunidad trans sufrio bajo los gobiernos militares.
Parte de la razon por la que el reconocimiento ha tardado tanto en llegar es porque la violencia contra los miembros de la comunidad trans “esta absolutamente naturalizada”, sostiene Marlene Wayar, de 53 años, activista transgenero y autora que dio testimonio experto durante el juicio.
Esta dinamica se ha desarrollado en gran medida en los 296 juicios por crimenes de lesa humanidad de la epoca de la dictadura que se han llevado a cabo desde 2006, tras la derogacion de las leyes de amnistia. En los juicios han sido condenadas 1,115 personas, segun el Ministerio Publico.
Es solo recientemente que Argentina ha comenzado a debatir los roles de genero y las costumbres sexuales bajo la dictadura, agrega Oberlin, incluido un “modelo de familia que indicaba el lugar que tienen que tener varones y mujeres”.
Oberlin tuvo una participacion clave al incluir el testimonio de las cinco mujeres transgenero que fueron detenidas en el Pozo de Banfield como parte de un juicio que comenzo en 2020, por el que 12 oficiales enfrentan cargos de crimenes de lesa humanidad debido a actos que ocurrieron en tres prisiones clandestinas, con unas 700 victimas.
La violencia a manos de las fuerzas de seguridad era algo a lo que Gonzalez estaba acostumbrada cuando la policia las detuvo a ella y a otras mujeres trans en 1977 o 1978 —no recuerda la fecha exacta—, mientras ejercian la prostitucion. Terminaron en el Pozo de Banfield.
“Ellos nos levantan y yo no habia querido subir a la camioneta. Entonces, con un fusil asi, me pega en la espalda y me agarra del pelo (diciendo) ‘¿Que? ¿No vas a subir?’”, recuerda Gonzalez.
Ella y sus amigas fueron encerradas en una celda donde a menudo escuchaban gritar de dolor a personas que no alcanzaban a ver.
Una noche escucharon a una niña gritar varias veces y luego se escucho el llanto de un bebe, relata Gonzalez.
“Toda mi vida me quede pensando” sobre ese bebe, dice.
Los agentes de seguridad a menudo robaban bebes nacidos de mujeres embarazadas detenidas, que luego desaparecian.
Gonzalez y sus compañeros de celda se vieron obligadas a realizar varios tipos de trabajo, como cocinar y limpiar autos. “Adentro muchos tenian sangre”, testifico Gonzalez en abril.
“Tambien abusaban sexualmente de nosotras”, testifico Gonzalez durante el juicio. Describio con frecuencia casos en los que fue violada.
“¿Se podian negar a eso?”, le pregunto Oberlin a Gonzalez.
“No, no”, respondio Gonzalez encogiendose de hombros “Era, no se, en ese tiempo era como normal”.
Una vez, un grupo de soldados la recogio y la violo en grupo.
“Cuando pasan esas cosas ¿viste? ¿Que se yo? Pienso en otras cosas”, recuerda en su antigua celda.
Aunque las mujeres trans —que en gran medida tenian que recurrir a la prostitucion para ganarse la vida— sufrieron abusos por parte de las fuerzas de seguridad, las cosas empeoraron para ellas durante la dictadura, que impulso una concepcion tradicional de la familia.
“Ademas de las violaciones y de las torturas” ellas fueron objeto de un “particular ensañamiento, justamente por sus identidades de genero”, manifiesta Oberlin.
Las sentencias del caso, que se esperan para fin de año, “van a ser muy importantes”, recalca Oberlin, porque las mujeres trans fueron llevadas a centros de detencion ilegales “a lo largo y a lo ancho de todo el pais” y podria abrir la puerta para que otros testifiquen.
Por su parte, Gonzalez admite que “nunca” penso que iba a declarar en un juicio. Durante mucho tiempo penso que lo que habia vivido en el Pozo de Banfield “no es importante”.
Sin embargo, ahora sabe que “si es importante”, añade Gonzalez.
“Hoy que podemos hablar… ser escuchadas, que siempre fuimos todas tan calladas”, hay que hacerlo, afirma.