Una decada bajo el mandato de Nicolas Maduro: la migracion marca la vida de los venezolanos
Flor Peña, de 39 años, decidio partir cuando su padre murio de un ataque cardiaco despues de ser rechazado por cuatro hospitales publicos atestados. Con su esposo y sus dos hijos se fueron a Peru en 2017.
Peña, que era ingeniera de Seguridad Industrial en Venezuela, paso años vendiendo comida en las calles de Lima, aseando casas, cuidando a un hombre mayor y ayudando a compatriotas con los tramites de migracion y remesas.
Los niños sufrian acoso en la escuela por ser venezolanos y en 2021 la familia se mudo a Ciudad de Mexico para comenzar otra vez de cero. Ahora trabaja como cocinera y mesera en un restaurante de comida venezolana y tiene una vida mejor y mas estable.
“La tranquilidad no tiene precio”, señala Peña. “Que tus hijos vayan al parque y esten tranquilos, que vayan al colegio. Alla (en Venezuela) tu estas con la zozobra de que te roben el telefono. Aqui es otra cosa”.
Peña echa de menos a su madre y hermanas menores que aun viven en Caracas y siente una gran nostalgia por las playas venezolanas, pero no regresara mientras no haya un cambio de gobierno.
La migracion ha sido dura y sus hijos le dan fuerzas.
“Quiero que mis hijos esten donde esten las oportunidades”, dice Peña.
Ali Mora no queria irse, ni siquiera cuando su salario de trabajador de hospital ya no alcanzaba para comprar comida, cuando veia a sus sobrinos perder peso, incluso cuando revolvia la basura de verdulerias y carnicerias en busca de algo que comer.
“Nunca tuve ese animo de salir de mi pais, asi yo me estuviera muriendo de hambre”, afirma Mora, de 32 años.
Pero ante la insistencia de su madre, en 2018 fue a vivir con una hermana en Ecuador, donde trabajo en la construccion y vendiendo fruta en las calles de Quito. Ahora esta casado y tiene un hijo.
Como muchas familias venezolanas, la suya esta repartida por todo el continente. Su madre vive en Ecuador, su padre permanece en Venezuela y su otra hermana esta en Estados Unidos.
Mora, actualmente desempleado, trato de ir a Estados Unidos el año pasado, pero solo llego hasta el Tapon del Darien, un tramo selvatico entre Colombia y Panama donde muchos migrantes mueren o desaparecen. Dice que iba a acometer la travesia cuando las autoridades bloquearon el acceso debido a la visita de un dignatario extranjero y dijeron “que no iban a pasar mas venezolanos”.
Entonces regreso a Ecuador.
“Dije ‘Diosito, tu me cerraste la puerta, por algo tiene que ser’”, recuerda Mora. “Me devuelvo con mi hijo que es la felicidad mia”.
Ángel Bruges y su esposa llegaron a Bogota en 2019 y empezaron a vender empanadas venezolanas desde un carrito. Desde entonces, su negocio ha crecido, tienen dos carros mas grandes y un local y el año pasado pudieron traer a su hija.
“No hemos descansado de trabajar”, manifiesta Bruges, de 50 años, que tenia una tienda de ramos generales en Carupano, en el este de Venezuela.
En Venezuela la familia se las arreglaba con la tienda y el sueldo de maestra de su esposa, pero no conseguian pollo, carne u otros alimentos.
Ahora tienen un permiso para residir legalmente en Colombia durante 10 años, pero el negocio de las empanadas esta en problemas desde que muchos venezolanos se han ido del pais.
Bruges cuenta que echa de menos a su madre, que no puede emigrar debido a su edad y permanece en Venezuela, sufriendo las “carencias” del pais.
“Que no hay luz, que no hay internet, que no hay gas, que no hay gasolina, no hay transporte”, explica. “Vas a los hospitales y no hay medicinas”.